lunes, 26 de diciembre de 2011

Quiero engañar, como mienten los hombres.

Esto no es una crítica hacía el género masculino, quiero aclararlo, sino es una curiosidad, es más, creo que hasta admiración. Me encantaría tener esa facilidad que tenéis vosotros. Poder decir cosas sin sentirlas, oye que parece fácil, pero prometo que yo lo he intentado y no puedo. Soy incapaz de embaucar a alguien con sutiles palabras ya tan ensayadas que salen sin pensarlas si quiera, de hecho puede que media hora más tarde no tengan ni idea de lo que han dicho, es como dar dos besos para saludar, que cuando hay un grupo grande ya no sabes a quién se los has dado y a quién no.
Probablemente la mayoría de las mujeres (digo mayoría porque hay algunas que su lado masculino lo tiene más desarrollado de lo normal) no seamos capaz de hacer eso, por la sencilla razón que no buscamos más allá de una relación recíproca en distintos sentidos:
Yo te quiero, tú me quieres.
Yo soy fiel, tú también.
Respeto y confianza mutua.
¿Parece sencillo? A día de hoy una relación que contenga esos requisitos es pura especie en extinción. Los que tienen una relación en la que falla algo de lo anterior pondrá una sonrisa pero de ojos tristes. Quién tenga la maravillosa suerte de tener todos los números del cartón, cabe la posibilidad de que deje de leer bastante satisfecho por lo que tiene. Lo acepto, porque yo sería la típica que tendría miedo de que alguna se escapará y seguiría leyendo, pero tú eres valiente. ¿ah pero sigues aquí? Vale, seguimos.
Lo que iba diciendo, no se tiene o no se quiere perder.
Sin embargo la mayoría de los hombres, no le dan importancia, siempre y cuando sean ellos quienes las incumplan. Ejemplo: Yo no te quiero tanto como te digo, tienes que respetar que salga con mis amigos y amigas. Pero tú como me quieres, tienes que guardarme un respeto, y eso de ir con amigos, dios... ¡cómo se te ocurre!
Que bonito, eso es amor, confianza, respeto... olé eso es una relación en condiciones.
¿Lo malo de todo esto? pues que una tiene la mala suerte de encontrarse con más piltrafas consecutivos de los que debería, y cuando llega uno medio decente cuesta la misma vida confiar, y encima mientras él tiene que poner algo de esfuerzo para que le eches cuenta, ¡hay que ver lo malas que sois las mujeres! ¡lo que nos hacéis sufrir!, y a ti te empieza a entrar una mala leche y unas ganas de acordarte de todos los de su familia increíbles, pero eres señorita y guardas compostura.
Comprendo que cuando pase eso, los hombres penséis que somos complicadas, pero no, eso es miedo, miedo a fracasar, otra vez, miedo a que nos hagas daño.
Pero para complicados vosotros. Buscáis lo que no tenéis, lo conseguís y lo tratáis mal, y cuando veis que se va, sois egoístas y decís lo que la otra persona quiere escuchar para que se quede a vuestro lado. También están los de no te quiero cerca, pero tampoco lejos. Ni contigo ni sin ti. Mucho te quiero perrito, pero lo que se dice pan, poquito.
¿Ya está bien no? ¿dejad de engañar ya, no? algún día os devolverán todas las vuestras en una. Puede que simplemente algún día maduréis y aprendáis a tratar a otra persona como un ser con sentimientos.