jueves, 13 de febrero de 2014

Cierre la puerta al salir, gracias.

Lo sé, lo sé... abandono en máximo esplendor, tampoco me habrás echado mucho de menos... pero aquí estoy de nuevo pequeño rincón, para bien o para mal, mi rincón.

Y de eso quiero hablar hoy, este es mi sitio, mi desahogo. Aquí las opiniones, son libres, indudablemente, pero esto es sencillo, si a alguien no le gusta lo que lee, mis libres opiniones, mi casera forma de escribir, tiene la mejor de las opciones, no entrar.
¿Acaso alguien le está poniendo un cuchillo en la garganta?
Hay quién se desquita de sus problemas o pensamientos, con la humana necesidad de contárselo a un amigo, y quién dice amigo puede ser hasta el camarero de un bar si le viene bien, pero yo en cambio, prefiero hablarme a mí misma y por escrito. Porque realmente la única que de verdad entiende cada una de mis palabras, al fin y al cabo, soy yo.
Supongo que es un enigma de la humanidad que esto lo entienda aquel que me sigue para después pensar o decir lo que le molestan mis cosas. Oiga, disculpe, ahí tiene usted la puerta.
Y que conste, que nadie tiene prohibida la entrada, pero que a quién no le guste, que no mire, caso resuelto.

Y cambiando de tema, te diré rincón, que me he perdido. Han llegado tempestades nocturnas con chubascos intermitentes. ¿Qué es realmente lo que está pasando? Ya empiezo a impacientarme por encontrar la respuesta. 
Seguiré consolándome mientras tanto en ese pequeño de ojos inquietos, que me ha dado tanto solo con llegar y empezar a respirar, mi corazón pequeño... Tiene la llave de mis sonrisas, la llave de mejorar mi humor y hacerme inmensamente feliz.

Sin más, buenas noches rincón, prometo volver muy pronto...

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