viernes, 2 de septiembre de 2011

Soy una malpensada...

Haciendo referencia a la entrada anterior, estar decepcionado es un verdadero asco.
Si estás triste, lloras y te desahogas. Si estoy enfadada, mi inspiración se viene arriba y al menos me salen buenas entradas, y si estoy alegre, es una buena sensación de alegría. Pero estar decepcionado es ir con la cara de limón todo el día, sin ganitas de ná.
Creemos que conocemos a una persona, y resulta que es un completo desconocido. Puede tener dos caras, o tres, incluso más de las que lleguemos a ver. Y es que ya lo dice el refrán... Piensa mal, y acertarás.
Fijaros mi inocencia, poner mi confianza en manos agrietadas. Poner mi mano, no en el fuego, sino en el infierno si hacía falta. Todo para que después me den un par de palmaditas en la espalda y me abran la puerta para salir. Pues no te molestes en abrirla, no vaya ser que te lastimes la muñeca al girar el pomo, ahorrate el esfuerzo, que no es que no vaya a entrar, sino que ni siquiera estoy en el rellano, ni volveré a tu portal.

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