Corazón, tú aún a medio hacer, y la de retales que tienes ya
cubriendo pequeñas taras.
He decidido que prefiero no verte. No haces de mí una
persona mejor, todo lo contrario, sacas lo peor, lo que ni siquiera soy, como
los celos o la rabia. ¿Acaso mereces tener todo lo que sostienes en tus manos
de mí, sin darme como fianza ni la pequeña limosna de la ilusión?
Soy vida pura, y tú me nublas día sí, día cualquiera, sin
saberlo. Pues hoy amanezco yo como el sol de mi ventana, desprendiendo rayos de
luz por cada rincón de mi piel, con los ojos brillantes de no poder contener
dentro todo lo que tengo para regalar, pero para alguien que lo vea, que tú ya
estás tan ciego que cualquiera te sirve de lazarilla de noche. Por eso prefiero
no verte, antes de odiarte por lo que has hecho de mí con solo mirarme.
La barra de la pérdida del tiempo se está convirtiendo en un
vago recuerdo del pasado. Que me queda tanto por delante que siento como si
fuera a tirarme de un avión en paracaídas.
Pobre de mí, que torpe he sido, que ahora escribiendo esta
despedida, caigo en la cuenta de que todo este tiempo que me ha castigado la
soledad, fui yo solita la que se cubrió con su capa, porque que manía del corazón
y de aquella que jamás se pierde, llamada esperanza, inconscientemente, o con
la conciencia emborrachada por el alma, te estaba esperando. Mira tú que
curioso, que me da la risa, pobrecita, pobrecita…
Y ahora bombón abre bien los ojos y mira lo que te digo, he
cerrado la puerta, y aquí no timbre que valga, pase lo que pase, no se te
ocurra por esa cabecita de pimpollo llamar. Porque lo único que te puedes
encontrar es eso mismo que voy a intentar evitar, odio.
Bueno, pues he aquí mi despedida querido deja vu…
Adios
amor, bey bey bombón, ciao la mia vita…
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