domingo, 6 de marzo de 2011

Cree el ladrón, que todos son de su condición

Llevo unos días pensando, hasta dónde somo capaces de llegar. Hasta dónde arriesgamos, cuándo paramos el juego...
¿Es necesario rozar el límite?
¿Dónde está el límite?
Realmente rozar el límite no es vital, pero nos encanta el peligro, nos gusta arriesgar. El problema es que esa "adrenalina" por llamarlo así, que nos crean esas situaciones, nos ciega de ver el resto, y al final terminamos cruzando esa línea que dice hasta aquí. La próxima vez volveremos ha hacer lo mismo, porque no somos nosotros quienes sufrimos las consecuencias de nuestras imprudencias la mayoría de las veces.
El límite, el límite lo ponemos nosotros, pero no significa que esté bien puesto. Casi siempre fatal, si lo pusiéramos un poco antes, al cruzar no formaríamos la marimorena, pero claro, comprendo que eso no tiene gracia...
Voy a volver a una frase que he puesto arriba, no somos nosotros quienes sufrimos las consecuencias de nuestras imprudencias, nuestra libertad choca con el de al lado, no podemos condicionar nuestra vida a nuestro libre albedrío.
Somos egoístas y celosos por naturaleza, lo mío es mío y lo tuyo también. No podemos evitarlo, miramos por nuestros propios intereses, quizás por inercia, quizás con intenciones, quizás con malas intenciones.
No tenemos remedio, solo el ser humano tiene el poder de hablar, y sin embargo lo mal que lo utilizamos, no tenemos perdón de Dios...
Pero, ¿hasta qué punto es malvado pensar en nosotros mismos? ¿cómo de mal está ser egoísta?
Si no hacemos nada por nosotros, ¿quién lo va hacer? quitando a una pandilla que lleva los mismos apellidos que yo, pocos, muy pocos...
Porque cuando necesitamos algo, sí nos acordamos del resto, pero cuando el que está a tu vera necesita ayuda, lo sabes o intuyes, hasta que no te dice nada te vas haciendo el remolón. Y eso ya es auténtica pereza.
Encima resulta que, la gente desconfía de aquellos que tienden su mano, no del que la esconde y se la quitara si pudiera. Porque lo que no es habitual para uno mismo, parece extraño.
Éstas aptitudes normalmente van en consecuencia de, que si tenemos aquello que a nosotros nos hace feliz, nos da exactamente igual que el de al lado sufra. La soledad de quien se sienta a tu lado, da igual, porque tú sí tienes compañía.
Hagamos de todo, busquemos nuestro éxito, pero no crucemos la línea...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.