lunes, 7 de marzo de 2011

Rosa morena con olor a albero Maestranza


Con permiso, con humilde habladuría utilizaré mi pequeño rincón para escribir una carta, que le voy a pedir perdón, al clavel más fino de la Maestranza, a la Reina del Arenal:
El año pasado abandoné ese blanco cirio que iluminaba tu camino, para cargar con esa cruz prometida y seguir a tu hijo misericordioso. Que sabes Caridad que mi abotonadura es blanca y eso no lo voy ha cambiar. Que Piedad, pedí yo, Misericordia dieron, y fue por Caridad de Dios el regalo que recibí. Lo prometido es deuda, y yo tenía que cumplir. Que el destino no quiso que yo cumpliera del todo aquella respuesta, pero solo tú Madre mía sabes lo que yo sufrí aquel día, y solo tú fuiste testigo de las lágrimas que derrame esa noche. Quiero que sepas que se me pone carnecita de gallina cada vez que recuerdo esos momentos en el que me cubro la cara con el antifaz azul baratillo, que ni el azul del cielo puede superarlo en belleza cada Miércoles Santo. Que no hay melodía más hermosa que el crujir de tus varales cuando choca con las bambalinas al son de Caridad del Guadalquivir.
De azul baratillo, el antifaz pa mi cara, hay en mis ojos un brillo, que Sevilla se prepara para ver la dolorosa con la cara más guapa. Quiso Dios tu capilla al laito del río, para poder regalarte de Triana, su arte, y de Sevilla el señorío. Cómo te espera Sevilla, cómo te quiere Triana, que antes de llegar a su casa, a tu puerta siempre llama. Tu mirada es mi consuelo, tus manos mi amparo, si necesario grito al cielo, que no se que haría sin ver tu cara. Bendita Virgen con lágrimas, verte es mi necesidad, Reina del Miércoles Santo, mi Virgen de la Caridad.
Y vuelvo a pedirte perdón, que este año no habrá cruz en mi hombro, tampoco capirote en mi cabeza, no me lo vayas a tener en cuenta, que sabes que este año no puedo, y no tendré pena más grande ese miércoles que ver mi túnica colgada.

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